ROSAS ABIERTAS
Mi morena de ojos dorados, cuerpo de marfil y ámbar
Has dejado brillantes reflejos en mi habitación
Por sobre el jardín el claro cielo de medianoche, bajo mis párpados
Aún brilla...estoy ebria de tantas rosas
Mas rojas que el vino.
Abandonando su jardín las rosas me han seguido...
Bebo su breve respiración, respiro sus vidas.
Todas ellas están ahí.
Es un milagro...las estrellas han crecido
Precipitadamente a través de las anchas ventas
Por las cuales el revuelto oro se cuela
Ahora entre las rosas y las estrellas
Tu aquí en mi habitación, desabrochando tu vestido,
Mientras tu desnudez palpita
Tu mirada insondable descansa en mis ojos...
Sin estrellas y sin flores, sueño lo imposible
En la fría noche.
LA CARICIA
Los árboles se han guardado algunos rayos entre sus ramas
Velados como una mujer, evocando otros tiempos
El crepúsculo pasa llorando. Mis dedos saltan,
Temblando, provocativos, sobre la línea de tus caderas
Mis dedos ingeniosos se demoran en las convulsiones
De tu carne bajo el vestido, las dulzuras de tu pétalo...
El arte de tocar, complejo y curioso, iguala
Los soporíferos perfumes, el milagro de los sonidos
Delineo lentamente el gracioso contorno de tus caderas,
Tus hombros, tu cuello, tus insatisfechos pechos
Mi delicado deseo se rehúsa a besar
Brota y se esfuma en tus blancas voluptuosidades
LA CARNE DE LAS COSAS
Poseo entre mis dedos sutiles el sentido del mundo
pues mi tacto al igual que el sonido, penetra.
La armonía, el ensueño, el dolor profundo
estremecen largamente la yema de mis dedos.
Comprendo mejor las cosas bellas si las acaricio,
comparto sus vidas intensas en tanto las toco
Es entonces que yo sé que es lo que ellas poseen
Nobleza, dulzura afinidad del canto.
Puesto que mis dedos han distinguido la carne de la arcilla
La lisa carne de mármol los contornos femeninos
Que la mano que sabe modelar ha maltratado
Aquella de perla, aquella de terciopelo
Conocieron la vida íntima de las pieles,
Vellón cálido y soberbio donde hundo mis manos!
Han conocido el ardiente secreto de las cabelleras
Donde se deshojan millares de jazmines-
Y semejantes a aquellas que regresan de los viajes,
mis dedos han cruzado infinitos horizontes,
Ellos han alumbrado, mejor que mis ojos los rostros
Y me han profetizado las oscuras traiciones.
Ellos han conocido la piel sutil de la mujer,
Y sus crueles temblores, y sus perfumes ocultos...
Carne de las cosas! He creído a veces abrazar un alma
Con la prolongada caricia de mis dedos...